“Si siempre brillase el sol, sería todo desierto”, ésta frase presenta a Marina a quien quiera asomarse a su perfil de wathsapp. Y es una auténtica declaración de intenciones personales y quiero pensar que también profesionales.
Aunque para ser sinceros su principal carta de presentación es su sonrisa, que contagia optimismo y buen rollo a su alrededor. Tras una encantadora y calculada inocencia (con gafas a juego) creo que se encuentra una (casi) enfermera reflexiva e inteligente, con ganas de aprender y que en un futuro no muy lejano también tendrá ganas de enseñar.
Durante sus prácticas en nuestra UCI ha sido prudente cuando ha tenido que serlo, y atrevida cuando era necesario. Ha sido atenta en las explicaciones de los compañeros y respetuosa con aquellas opiniones que no compartía.
Hoy he invitado a escribir en mi blog, precisamente el día de la Enfermería, a una estudiante de cuarto año de nuestra profesión, que en una semana tiene una entrevista para trabajar en Inglaterra, porque aquí, la verdad, está complicado. ¿Cuál es el futuro de nuestra enfermería si estas nuevas profesionales, probablemente las mejor formadas de los últimos años, hacen la maleta para cuidar pacientes en otros países de nuestro entorno?
Porque con el déficit de 140.000 enfermeras en nuestro país Marina debería estar ya escogiendo contrato en nuestos hospitales, como tantos otros compañeros. En cambio, ven un futuro incierto. Esa es la realidad que vivimos hoy, la que viven los estudiantes que finalizan los estudios de una carrera que se cuenta entre las 5 con mayor nota de corte en casi todas las Universidades Españolas.
Este es el relato de cómo ve la enfermería quien nos ve trabajar, sufrir, reír, equivocarnos (también) y que en semanas estará a cargo de sus pacientes.
Espero que hayas aprendido mucho de nosotros. Tanto como nosotros de ti.
Éste es su relato para el 12 de Mayo, Día de la Enfermería. Nuestro día.
«Y después de cuatro años me encuentro delante de un precipicio muy similar al de entonces…
No te percatas de lo rápido que pasan los años mientras te sacas la carrera y, para cuando quieres darte cuenta, te encuentras en las últimas prácticas trabajando de igual a igual con el resto del equipo y haciendo un ‘check-in’ mental de aquellas técnicas que no has podido realizar o que quieres volver a ver.
Lo bueno de ser estudiante es que puedes vivir la enfermería desde dos puntos de vista: En primera persona, cuando estas siendo partícipe, aprendiendo de las personas que tienes a tu alrededor y cometiendo algún error que otro. Esta es la parte más vivida de todo estudiante, donde el bichito que te había picado haciéndote decantar por esta profesión tan bonita, recorre todo tu ser y te hace sentirte orgullosa de los propios pasos que vas dando; La primera vez que ves un parto, el primer gracias de aquel paciente que creías que no volverías a ver, la primera vez que te toca disolver un tazocel…
El segundo punto de vista sería cuando callas y observas; eres un elemento más pero externo, lo que te da el increíble poder de mimetizarte con la pared o convertirte en un extintor cuando ves que la cosa no va contigo. Porque, ¿A quién no le ha pasado que vas a preguntar algo y entras en la nube de la discusión por los turnos? En ese momento no sabes que hacer, te quedas en el marco de la puerta quietecita esperando que no se detecte tu presencia y simplemente contemplas.
Yo me considero una afortunada, de mi experiencia como estudiante me llevo un balance positivo realmente importante. Cada una de las personas que me han enseñado, me han corregido o simplemente han escuchado cuando la situación me sobrepasaba; han construido las bases de mi actuación próxima.
Pero en estos cuatro años, como cabe esperar, no ha sido todo a lo Julie Andrews cantando ‘The hills are alive with the sound of music’; sino que a veces te dan ganas de meterte en una mochila con ruedecitas de los comerciales y vivir a base de muestras.
Y es que a veces se olvida que todo experto algún día fue principiante y aquí se engloba tanto a la señora mayor que dice mientras se pone cada vez más pálida <<No por favor, la de prácticas no>>; (Y tú sin borrar esa sonrisa de la cara le dices la mítica frase salvadora de todo estudiante en un centro de salud a primera hora “No se preocupe que yo solo voy a ver como tiene las venas y ahora aviso a la compañera”.) como a la enfermera del club de Las Viejas Glorias que sueltan aquello de “Yo no creo en el Plan Bolonia y no acojo estudiantes”. Me encanta ésta última, yo personalmente pensaba que era un bulo que corría por el mundillo sanitario pero no, parece ser que hay enfermeras que son capaces de hacer un reset y en su mente nunca está ese periodo de prácticas, simplemente nacieron enfermeras con la cofia, capa y un manual de Florence bajo el ala.
Pero, ¿qué sería de nosotros los estudiantes sin estas situaciones? Estas son las cosas que les dan vidilla a los descansos, si todo fuera perfecto sería demasiado aburrido, necesitamos la acción y experiencia real que la misma vida te da.
Me gustaría invitar a todas las personas que recuerden su primera vez. La primera vez que pisaron el colegio, instituto, universidad, la primera vez que empezaron a trabajar… Que recuerden esos nervios, la incertidumbre del momento, el miedo y a su vez la alegría por empezar, por dar lo mejor de sí mismas, esa emoción que recorría todo su cuerpo y había hecho que la noche anterior la hubieran pasado dando vueltas en la cama visualizando ese momento.
Hoy, 12 de mayo día internacional de la enfermería, quiero ser más específica e incitar a todos los enfermeros, enfermeras y estudiantes de enfermería a recordar el primer momento que pisaron un hospital y cómo buscaron desesperadamente el baño a media mañana o cómo aún, indiferentemente de los años que hayan pasado, recuerdas el nombre de aquel enfermero que te dio apoyo esos primeros días y te explicaba cosas que ahora consideras más que obvias. Aprendemos los unos de los otros y hasta la persona más joven muchas veces tiene grandes cosas que aportar; espero jamás olvidar esas emociones y poder hacer sentir a mis compañeros como en su casa, tal y como me hicieron sentir a mí.
Ahora ya a punto de acabar me planteo el qué vendrá ahora. Me veo en un precipicio muy similar al que veía cuando empezaba, la incertidumbre, las ganas de dar lo mejor de mí…
Y, aún con el miedo del que empieza y los mensajes que sólo envenenan diciendo que no hay futuro, tengo la certeza de que lo mejor está por llegar y sólo necesitas ganas de caminar para encontrar la meta.»
Feliz día de la Enfermería Marina.
Feliz día de la Enfermería ucieros.
@uciero
Muy emotivo el relato. Marina, no consideres que estás delante de un precipicio, sino delante de una pendiente muy cuesta arriba. Lo mejor sólo tarda un poco más por llegar. Mucha suerte en cumplir tus metas. Y mucha suerte, Isidro, en conocer más enfermeras como Marina.
Que bonito Marina, como tu dices: » lo mejor esta por llegar solo se necesitan ganas de caminar para encontrar la meta» ………y nosotros la encontraremos.
Mireia Gimeno » compañera de Marina en esta fantastica aventura»
[…] una de sus alumnas de TIC escribiera su visión de la Enfermería en mi blog (no es la primera vez, Marina ya nos contó cómo nos veía hace algún tiempo y Jose Jaime nos dio su visión desde la Enfermería uciera en […]