Conocí a Ruth Pérez (Rutxina Perez en su Facebook) con una interesante conversación en Redes Sociales sobre el PICC a raíz de este post.
Me explicó las diferencias en los procedimientos de canalización y comprobación que existen en Inglaterra, donde lleva ya desarrollando la profesión enfermera varios años. Le pedí, como anteriormente había hecho con otros compañeros emigrados, como en este post y este post, que describiera su experiencia, desde el punto profesional pero también desde el plano vital, de sus temores, sus victorias y esa adaptación necesaria a otro país y otra manera de concebir a la Enfermeria. En pleno BREXIT, Ruth nos acerca a su experiencia a orillas del Támesis.
Su narración muestra fuerza y determinación, que se adivina en los ojos que asoman entre el pelo azul… y algo de nostalgia por no haber encontrado en su país el estímulo profesional que sí le brinda Inglaterra. No sé con certeza si es mejor o peor el sistema inglés de promoción profesional, pero resulta evidente que nuestra profesión está estancada crónicamente en estereotipos y techos de cristal, y nuestros representantes parecen más empeñados en mantener su monopolio que en abordar estos problemas.
Ojalá cambien pronto los vientos y sean propicios a la vuelta de tanto talento que ahora aprovechan otras sociedades, que les cuidan y promocionan cuando aquí nuestros dirigentes no han encontrado el modo de hacerlo.
El enfermero del pendiente me pide que le cuente algo para el blog. Lo humano, me dice. Y yo no sé muy bien por donde empezar. Supongo que por presentarme. Soy Rutxina, soy entre otras cosas enfermera oncológica y llevo trabajando en Reino Unido seis años que han pasado rapidísimo.
Para mí, la decisión de venir fue muy fácil porque todo fue muy fluido. Trabajé durante algo más de cinco años en España, y nunca tuve paro. Eso sí, alternando entre público y privado y contratos más o menos largos. Tenía mi plaza en un hospital concertado, pero estaba profundamente aburrida y bastante asqueada. Solicité una excedencia para trabajar en la sanidad pública, donde me habían ofrecido un contrato en oncología aguda que me duró un año y medio. Pero se terminó y estaba totalmente perdida. No sabía que hacer. Lo sensato era volver mi plaza, pero el corazón me decía que no. Estaba asqueada, la verdad, y la ansiedad se apoderaba de mi.
Un sueño lo cambió todo. En él estaba estudiando y trabajando en Londres, ciudad que siempre me había maravillado. Me desperté esa mañana feliz, muy feliz, cosa que no me pasaba desde hacía tiempo. Así que se lo comenté a mi entonces novio. Su respuesta me sorprendió. “Lo puedes mirar”, me dijo. Y esas tres palabras activaron mi motor de movimiento. En ningún momento me llegué a plantear si era una buena decisión o no. Simplemente lo quería hacer.
Me hice un CV en inglés y miré lo que necesitaba para hacer el PIN Number (requisito indispensable para trabajar en Reino Unido). Envié mi CV a una oferta online y me llamaron en 10 minutos. Mi experiencia en oncología y con quimioterapia les había llamado la atención. Tuve que venir a Londres para mi entrevista en un hospital privado. Todo eran nudos en el estómago y nervios. Me preocupaba que mi inglés no fuera suficiente. La recruiter que me había contactado vino a recogerme a la estación de metro y me invitó a desayunar antes de la entrevista. Los nervios desaparecieron y ese mismo día me ofrecieron el trabajo. A fecha de hoy considero que tuve mucha suerte. Me ofrecían un sueldo buenísimo. Reconocían mi experiencia previa, y el sueldo era acorde. Aún recuerdo la felicidad que sentí esa tarde, después de saber que el trabajo era mío y que iba a vivir en Londres. Yo amaba Londres antes de venir, supongo que eso ayudó mucho.
Mi novio se quedó en España y yo empecé a trabajar en aquel hospital. Yo creo que para mí fue una bendición empezar ahí. Mi nivel de inglés me sorprendió para bien, pero aún así las primeras semanas fueron duras. De repente me sentía como si no supiera nada. Abreviaciones, delantales, el cambio de guardia, los turnos de 12 horas y las dichosas competencias. No podía hacer las técnicas más básicas hasta que alguien me evaluara en la teoría y la práctica. Me volvía loca y no podía evitar sentirme un poco inútil.
Todo era diferente.
Todo estaba basado en la seguridad del paciente, hasta extremos que entonces me parecían exagerados. No se parecía en nada a ninguna experiencia laboral que hubiera tenido antes, y me daba miedo estar tan fuera de mi zona de confort. Recuerdo llorar desesperada por las noches al llegar a casa. Estaba sola y asustada. Pero duró poco. Sólo unas semanas de adaptación y ya era feliz otra vez. Era un trabajo cómodo. Tenía 3 pacientes por turno (comparados con los 12 que tenía en España!!), y mi auxiliar era el mejor auxiliar que nunca he conocido. Una de esas personas que realmente se preocupa de los pacientes. Conseguí todas mis competencias en seguida, y ya era una más. Hacía las mismas cosas que había hecho en España y tenía más tiempo para mis pacientes.Y así pasaron dos años.
Y me cansé. Como siempre. Me canso de todo, es lo que hace que me mueva adelante.
Pasé por el NHS. Alguien me había recomendado un hospital donde podría estudiar mi especialidad 100% pagada por el hospital, y mis días de universidad contarían como días trabajados, y aunque en aquel momento me resultó difícil de creer, fue verdad. Sin embargo mi sueldo bajó mucho, incluso siendo banda 6 (aquí las enfermeras tenemos rango, del 5 al 8, con distintas responsabilidades y sueldos). Pero por primera vez en mi carrera, me sentía valorada. Sentía que mis superiores se preocupaban por mi bienestar y por mi desarrollo profesional. Nunca antes había sentido eso de verdad. Aprendí mucho y descubrí de verdad el placer de hacer las cosas bien. Me volví perfeccionista. Me interesé por la evidencia detrás de todo lo que hacía y era feliz y con confianza en mí misma.
Ese trabajo fue mi trampolín. Desde ahí fue fácil ascender y pasar por distintos puestos, desde jefa de planta, hasta educadora o enfermera especialista. Esos roles son los que para mí marcan la diferencia con España. La posibilidad de acceder a ellos, de tener una carrera profesional de verdad a una edad razonable. La posibilidad de hacer cosas que de verdad te gustan, y de cambiar de puesto fácilmente cuando decides que no es lo tuyo. Cuando trabajaba en España nunca pensé que una enfermera podía ser algo diferente que eso, una enfermera rasa. Y son puestos que creo que son necesarios. Alguien que te pueda ayudar cuando estás empezando y quizá te sientes inseguro de las decisiones que tomas o te falta experiencia. Recuerdo trabajar en España con miedo de no saber suficiente sobre algo y sabiendo que no tenía apoyo. Eso nunca me ha pasado aquí, pero también es cierto que siento que yo he sido extremadamente afortunada.
El futuro ahora es incierto. Estoy en un momento en el que no me siento inglesa, pero tampoco me siento ya 100% española. No me siento en casa aquí, pero tampoco en España cuando voy. Estoy en tierra de nadie y volver a España sería difícil para mí. Empiezo a pensar que es posible que me quede aquí para siempre.
Este año empiezo un master de 3 años y 180 créditos en práctica avanzada, al final del cual seré mucho más independiente como enfermera y podré incluso prescribir medicación (todo tipo de medicación, prescripción enfermera real). Cuando lo termine, será mucho más difícil volver a España, donde sé que todo ese esfuerzo no será reconocido. Donde sé que una prescripción enfermera real todavía está muy lejos. De momento, me tendré que conformar con ir de vacaciones y ver como va evolucionando la enfermería en España, que en tantas cosas va por delante, pero en otras, todavía muy por detrás.
Rutxina
Gracias Ruth por compartir tus experiencias en el blog, y ojalá la decisión que tomes sea la acertada, y que ésta no dependa de la escasez de oportunidades en España para evolucionar y ser reconocida en tu profesión.
@uciero
Hola compañer@s, estoy totalmente de acuerdo con el post de Rutxina, soy enfermera y llevo 4 años en Londres. Aquí he aprendido más de lo que aprendí trabajando en España donde «las cosas se suelen hacer así porque siempre se han hecho así». Como todo, Inglaterra tiene sus ventajas y desventajas, pero la formación que te ofrecen y la posibilidad de ascender profesionalmente es una de las cosas que me hacen pensarme si algún día volvería a España.
Bueno,al final siempre nos quedaremos en esa tierra de nadie 🙂
Un saludo!!
Hola M José
Muchas gracias por comentar y compartir también tu experiencia. Ojalá poco a poco cambien las cosas aquí también…
Saludos
Isidro
Hola! mi nombre es Mark! Me ha salido trabajo en e King´s Collegue en Londres. Estoy algo asustado porque no se como será la acogida, trabajo,etc. Después de un año buscando trabajo en España y no me sale nada, tengo que tomar esta decisión estos días.
Saludos
Hola Mark! Gracias por pasar y comentar en el blog! Desconozco los trámites más allá de lo que nos cuenta Rutxina.
Hay un blog muy interesante y completo al respecto, el de David Aceituno, que nos visitó recientemente en el blog y al que entrevistamos los Bloguea2 para el Fanzine de Nuestra Enfermería.
Se trata de http://nurseriously.blogspot.com
Espero que te ayude.
Saludos!!
Isidro
[…] de esta iniciativa he querido compartir recursos de radiología torácica, animado también por mi amiga Rutxina, cuya inquietud por formarse es […]
[…] de esta iniciativa he querido compartir recursos de radiología torácica, animado también por mi amiga Rutxina, cuya inquietud por formarse es […]
Hola buenas
Trabajo en Inglaterra
Sería posible contactar con Ruth
Muchas gracias y un saludo
[…] Creo que en este punto deberíamos fijarnos en el sistema de salud inglés, que prioriza la seguridad del paciente por encima de casi cualquier cosa… Rutxina nos hizo un acercamiento en el blog hace algunos años… […]