Hola de nuevo ucier@s:
hace algun tiempo que abrí mi blog a todos aquellos enfermeros y enfermeras que quieran contar su experiencia en él, vivencias narradas en primera persona, sin intermediaciones.
Vivencias de cualquiera de nosotros si hubiese escogido ese camino.
Esther es enfermera desde 2012 y cuenta sus tres años de profesional por otros tantos intentos de superar el EIR. En la imagen lo que parece ser una celebración, brindando por la plaza que ya intuye, ahora si, como suya. Sonrisa afable, mirada franca, desprende optimismo y resolución. «Y tras mucho buscar llega esa pregunta que te cambia el chip, la motivación de logro» escribe…. éste es su relato, pero podrían ser las palabras de tantos otros como ella que lucháis por ese sueño.
«Eres la penúltima de la lista. Oyes tus apellidos seguidos del nombre, y entras a una clase en la que hay 40 apabullantes rostros observándote y a los que mentalmente les recuerdas que una plaza es tuya; que luchen entre ellos por las restantes.
Conforme vas subiendo las escaleras hasta tu correspondiente sitio recuerdas los meses que han pasado desde que te comprometiste contigo misma a dar lo mejor de ti para ser lo que realmente querías ser: Enfermero Interno Residente.
Peldaño a peldaño te vienen esos innumerables momentos en los que tuviste que decir «no, no puedo salir que tengo que estudiar» o rechazar esos planes que tanto te hubiese gustado hacer. Pero finalmente llegas al último escalon, a tu cima particular: allí estás tú, sentada, esperando a que te den el examen para poder tocar tu plaza con las manos.
El tiempo pasa, y pasa muy lento; 30 o incluso 45 minutos hasta tener en tus manos esas simples hojas de papel que pueden cambiar la vida a cualquiera.
Abres el cuadernillo con ganas de comerte el mundo, y ¡PLAS!, la primera en la frente, y la segunda, y la tercera…. Y un sudor frío te recorre todo el cuerpo e intentas hacerlo lo mejor que sabes, puedes o quieres, como bien diría nuestra vieja amiga Virginia Henderson.
Te intentas defender de la mejor manera mientras ese sentimiento de magnanimidad con la que entraste al aula se va desvaneciendo poco a poco. Y tras mucho buscar llega esa pregunta que te cambia el chip, «la motivación de logro».
«Motivación de logro», esa pregunta que te hace recordar por qué estas ahí, por qué hace casi un año y medio que decidiste lo que querías ser. En ese momento es cuando te invade la motivación y fuerza suficiente para derrotar a cualquier ejército, y lo demás viene rodado. Eres capaz de contestar la presión osmótica coloidal del plasma, las fuerzas de Starling y su presión hidrostática, las mil y una teóricas y sus correspondientes escuelas, la mesoendemia, los estertores en la ICI, la conciencia moral, cálculo de dosis, los antidepresivos ISRS y hasta la mayor barbaridad que te pongan… ¿Por qué? Porque simplemente confías en ti mismo.
Cierras el examen y te sellan la plantilla. En ese justo momento es en el que ha acabado todo. Todo, pero para empezar algo 1000 veces mejor.
Esta no es la narración de una enfermera cualquiera, es una enfermera con nombre y apellidos que plasma su experiencia en negro sobre blanco. Una enfermera que decidió dar el paso y ahora mismo puede decir que casi tiene la plaza entre sus manos.
Al igual que esa enfermera anónima pudo, ¿por qué no vas a poder tú?
Esther Gutiérrez González
@sterota90
Espero que os haya gustado tanto como a mi. Gracias Esther por compartir tu sueño en este blog.
saludos ucieros
@uciero